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Canelones Azulgrana

Butti, un canario con historia

Porazul

Jul 6, 2020

Por Martín Abreu…

Las vueltas de la vida y la magia de la pelota; Álvaro Butti viajó por un sueño, por seguir triunfando y progresando en su carrera profesional, pero nunca imaginó que se iba a enamorar de Iquique, la ciudad de su vida…

«Yo me fui del club en 1985 y retorné en 2001, pero nunca perdí el vínculo con las amistades que formé. Por eso fue que volví con la familia y aún permanezco aquí»… Comenzó contando «Álvarito» sobre cómo fue el radicarse en suelos chilenos. Una ciudad que lo sigue encantando «El clima, con sus ventajas y desventajas. Estamos lejos de todo, hay mucha tranquilidad, soy bien nacido en Canelones y me gustan los pueblos con familias y amigos, como también el poder conocer a la gente. En Santiago o Montevideo nunca me adapté».

Butti, arribó a Deportes Iquique en 1981, luego de su pasaje por Nacional. Nunca imaginó que sería histórico «Acá viven personas de mucho sacrificio, que trabajan en las saleras o el desierto. El club juega de celeste porque se identifican mucho con la garra charrúa. Yo fui el primer uruguayo en llegar y por mi juego, que se basaba mucho en la entrega, generamos un muy lindo vínculo».

Para poder entender más de su idolatría, hasta el día de hoy y a sus 62 años sigue caminando por la ciudad cumpliendo con los pedidos de los hinchas y sus fotos… «Me da hasta gracia contarlo, pero pasa. No solo la gente de mi época de jugador sino que también los jóvenes. Al ser un pueblo chico se informan e interesan por la historia»… y sale beneficiado… «Me pasa de sbir a un taxi y qe me cobren, lo mismo en un micro. Son cosas increíbles que a esta altura no puedo creer que me pasen».

Llegó con 21 años y en el primer campeonato no contó con una participación regular, aunque sus propios compañeros lo mandaron a la cancha «Yo no venía jugando, ellos hicieron que saquen al titular y me pongan a mi»… Álvaro, aquel central encantador para los hinchas de Iquique, entró para nunca más salir de sus corazones. Fue capitán de la institución en las siguientes tres temporadas: «La hinchada es increíble».

Dentro de todo lo bueno que vivió y vive, una deuda pendiente en él quedó «Me hubiese encantado obtener una copa importante, pero en ese momento, Iquique no era un equipo de gran nivel. Llegamos a pelear entre los primeros cuatro o cinco lugares». Hoy se alegra del cambio y crecimiento que ha surgido en el club, en lo deportivo jugando copas Libertadores y Sudamericana. «En nuestra época la cancha era un potrero y no teníamos las infraestructura como para competir».

Aún sigue formando parte al trabajar en su escuelita. Además, su mejor amigo en Iquique, fallecido, era el padre del actual propietario del club: «Vengo trabajando hace cinco años. Mi categoría es de 10 y 11. Entrenamos seis horas por semana, festejamos cumpleaños, pero no competimos. Solo jugamos amistosos con otras escuelas de la región»… Antes de todo lo maravilloso que contó, muchas cosas buenas pasaron para él en Uruguay.

Álvaro, es oriundo de Canelones, padre de Pablo, Gonzalo y Florencia. Una persona que se vinculó al fútbol desde niño por culpa de su padre, el barrio y «Héctor», entrenador de El Tanque, un viejo club del baby canario… «Fue la mejor época, porque allí inician los sueños. En Canelones este deporte era muy familiar. Muchas personas, sin tener hijos jugando, ponían sus hogares para aquellos niños que venían desde los santorales u otras ciudades. Me encantaría vivirlo de nuevo».

De chico lograron enloquecer su corazón… «Yo no me había definido de qué equipo era. Empecé siendo de Peñarol, pero un día me regalaron una cometa de Nacional y me hice bolso. Mi viejo me llevaba a ver los clásicos. Ambos tenían grandes planteles»… Butti no fue de tener referentes puntuales, le gustaban todos los buenos futbolistas.

Su primer club en la capital fue Wanderers, que en ese entonces entrenaba con sus inferiores en Las Piedras «Fui con el «Pepe» Bornia a probarme a la quinta de Wanderers. Jugué un año. Me acuerdo que dejé de ir al liceo. Yo me vine, volví a los estudios y «Pepe» siguió, allí continuó su carrera». Las puertas se abrieron nuevamente en Canelones y al igual que su hijo, el «Pelado», fue campeón del sur y del interior en 1976, en categoría cadetes.

«Perdimos la final y San José se coronó en el sur, pero por un reclamo de Durazno terminamos nosotros con el título. En el Nacional jugamos ante Rivera, Paysandú y Maldonado, potencias éstos dos últimos. Se jugó en el campus, que en ese entonces no tenía tribunas. Todos sentados en sillas»... Con la copa en mano llegaron los campeones al pueblo y fueron esperados para festejar…

«Una cantidad tremenda de gente en la plaza para los festejos. Fuimos todos a cenar al restaurante de Zunino»… Un plantel de excelentes personas y muy buenos jugadores, según nos contó Butti, quien además recordó a varios de sus compañeros en aquella histórica consagración.

«Alguno se me va a escapar; Solórzano, «Tacuara» Pérez, Rapetti, Creidale, Romero, Abril, Abreu, Buzá, Re, Rey, Plaza. El «Milico» Pérez era el técnico, de San Ramón, y el ayudante era casullito, el paloma, que prácticamente hacía el equipo»… Fue lo último de Álvaro en Canelones por un largo tiempo. Su buen momento lo depositó en el Tricolor.

«Fuimos siete jugadores de Canelones a probarnos. El «Coco» Damián nos llevó a todos en su camioneta, incluído su hijo. Quedamos cuatro»… Para el ahora chileno, siempre canario, el haber ido solo podría haber cambiado la historia «No todos tenemos la personalidad para ir de El Tanque a Nacional. Yo era de perfil bajo y el ir con muchos ayudó, porque éramos amigos y no había presión. Jugamos un amistoso ante la quinta del bolso, que tenía al «Carita» Abreu, «Ñato» Casas, De Barbieri y Stivan de Canelones».

Butti fue del interés de Nacional y allí comenzó su etapa en formativas «El quedar fue una sensación rara, linda, que hay que vivirla para poder explicarla. Se me erizaba la piel»… El viejo Parque Central pasó ser su nueva casa «No era lo que es ahora en cuanto a su calidad. Eran tremendos cuartos con siete u ocho cuchetas. Recuerdo a la cocinera y a Cancela, que cumplía varias funciones. Fueron cuatro años maravillosos. Tengo amigos hasta el día de hoy, como Bica y Hugo De León, compañero en tercera».

La mamá de Álvaro era sorprendida cada fin de semana… «La moneda del viático en ese entonces no era buena. A los de Minas le salía caro viajar y yo me los llevaba para Canelones. Mi madre ya estaba acostumbrada»… Recordó entre risas. Además, muchos se abrieron puertas en lo deportivo: «Algunos de ellos jugaron en el fútbol canario». El esfuerzo tuvo su recompensa y en 1977 llegó su debut en el primero, anecdótico por cierto.

«En realidad iba a jugar el «Carita» Abreu de central junto a Raúl Moller, pero hubo un problema de disciplina, creo, y Luis Cubilla lo separó del plantel. El mismo día del encuentro, un sábado, me llamaron para contarme. Jugábamos en la noche y fue tan rápido que no me dio tiempo para preocuparme o ponerme nervioso»… Fue empate 1 a 1 ante Defensor Sporting en el Franzini. El después fue aún más maravilloso «Te sentís en la luna, increíble los sentimientos de ese momento. Cumplí con mi labor. Luis Cubilla me dio un abrazo y me felicitó»… En ese entonces no era fácil jugar en Nacional para los jóvenes. Había que esperar…

«Para nosotros jugar en esa época en primera era imposible. Habían dos planteles muy parejos. En mi puesto estaban Villazán, «Polilla» De Los Santos, Moller, «Toto» Giménez, Pablo Forlán, Hugo De León, «Cacho» Blanco». Después de ellos nos tocaba. Recuerdo que un día jugamos por Copa Montevideo, todos estaban en la selección y jugamos»… Ahí encuentra diferencias con la actualidad en cuanto al debut de los futbolistas:

«Antes, los jugadores debutaban con más edad que ahora. Hoy por hoy uno de 19 años ya tiene que estar jugando»… Si bien no contó con minutos, Butti integró el plantel campeón de Copa Libertadores con Nacional en 1980 «Lo disfruté como loco. Fui con toda mi familia, yo no estaba citado por cierto»… El festejo fue más largo de lo pensado…

«Me perdí como tres o cuatro días porque varios jugadores nos iban a buscar y nos llevaban para todos lados. Fue una fiesta. Como te decía hoy, para explicar las sensaciones se deben vivir porque las palabras no alcanzan» Ganó el Campeonato Uruguayo en tercera y cuarta, para luego marcharse a Iquique y vivir todo lo contado anteriormente. Después del club que marcó su vida, en Chile jugó en O´Higgins, Cobresal, Unión Española y en Atacama.

«Si hoy podría cambiar algo de lo realizado sería haberme quedado en Iquique. Yo tenía dos años más de contrato, pero no estaban bien las cosas en lo económico e hicimos una huelga, yo como capitán. Por eso me fui. En O´higgins no rendí, en Cobresal fue uno de los campeonatos que hice más goles y por suerte peleamos el título En Unión Española no estaba bien, no logré adaptarme. En Atacama me fue mejor».

Tras su pasaje por el fútbol trasandino, Butti volvió a Canelones, aunque sin miras de jugar. El amor fue más fuerte «Cuando volví al pueblo no tenía la idea o las ganas de volver a las canchas. A los meses vinieron a buscarme de Juanicó, les pedí unos días para pensarlo y ahí fue que acepté, en conjunto con la familia. El fútbol nunca dejó de gustarme, pero estaba cansado. Me tuve que ir motivando. A los dos años me fui a Liverpool con el «Polilla» y salimos campeones en 1995″. Eso fue lo último del defensor en el rectángulo final. Sus pasos, aunque más adelantado en el campo de juego, los siguió Gonzalo. No lo esperaba…

«Para mi el jugador iba a ser Pablo, mi hijo más grande, pero tomó otros caminos. A gonza lo disfruté al máximo porque era un placer verlo desde chiquito en Fátima, Barrio Sur y la selección. Disfruté y disfruto. Cuando juega el «Pelado» es diferente»… Aunque aclaró «Los quiero a los tres por igual»… Sus raíces nunca son olvidadas y cada año retorna para sentirse en casa:

«Yo extrañar extraño mucho, pero no a Canelones, porque como ciudad no tiene mucho. Sí a mi familia, a mis amigos, a las personas que te quieren. Por eso cuando voy es por dos meses y trato de disfrutar al máximo; Comidas, pesca, ir a ver algún partido y reencontrarte con mucha gente». Vida y obra de Álvaro Butti, el canario más chileno o el chileno más canario.

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