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Canelones Azulgrana

Sosa «Parecía Maradona en el 86»

PorMartín Abreu

Jun 9, 2020

Por Martín Abreu…

… «De viejo y con 54 años estoy agrandado. Veo los goles que hice, que me manda mi hijo. Él viene y me dice «fuiste un fenómeno” y siempre le contesto, “No, papá es un fenómeno»… Ruben Sosa comenzó siendo Ruben Sosa, fiel a su estilo.

Una noticia que resonó en la Liga Departamental de Canelones, en Uruguay y hasta en varios medios del mundo; El «Principito», ya retirado del profesionalismo, arribaba al interior para defender la camiseta de Juventud Melilla. Atrás quedaron Danubio, Zaragoza, Lazio, Inter, Borussia Dortmund, Nacional y la selección uruguaya, entre otras tantas camisetas.

Recordar aquel 2005 para él fue algo muy simpático y hasta emocionante, reflejo de su expresión en la nota. Siempre se escuchaba la sonrisa en cualquier respuesta. Era feliz jugando a la pelota y venir al torneo canario no lo cambió.

No vino por venir o por una oferta económica atractiva. Su sueldo tenía un valor mucho más importante «El arreglo fue que se debía donar a merenderos o colaborar con personas que lo necesiten»… Sosa, colaboró y disfrutó «Fue el sueldo con mayor alegría, porque además pude seguir disfrutando del fútbol. Lo hice con el corazón, lo viví y disfruté».

Aunque recordó una anécdota con el amigo que siempre lo acompañó en esta aventura: «Después de un partido, viene un dirigente y me dice «Esto es para vos», me trajo un cajón enorme lleno de naranjas. Ponelo en la camioneta , le dije. Cuando me iba mi amigo me preguntaba qué era eso y yo le decía que era mi sueldo. Lloraba de risa».

Por plata no hubiese ido a Melilla, porque para él la plata nunca fue un motivo de ir o venir… «No, no, yo ya estaba retirado. En mi carrera hice, pero nunca pensé en la plata. Nunca me cambié de equipo por ganar más, como ocurre actualmente. Siempre respeté los contratos. Yo me divertía el domingo». Siendo figura nacional y mundial no fue fácil llegar a un plantel del interior. No entrenaba, solo jugaba el fin de semana;

«Cuando llegué el primer día pensé que se iban a enojar o imaginar lo que podía ganar. También habían hinchas de Peñarol. A mi no me conocían, pero sí al personaje que todos conocen»… El tiempo fue clave para mostrarse tal cual es «Muchas veces, después de un partido o práctica, mandaba a un amigo a comprar un asado».

Sosa, valoraba y le tenía mucho respeto a sus compañeros «Ellos tomaban cada partido como una final del mundo. Ellos quisieron ser profesionales y no se les dio, pero utilizaban el fútbol para ser feliz»… Pese al cambio, su seriedad en el juego estaba «Yo sabia que el equipo necesitaba los puntos, necesitaba ganar. Lo tomaba con seriedad, Si perdíamos se iban re calientes y si ganaban eran felices».

No solo en la cancha seguía siendo profesional, también en su vida y en la previa a un encuentro «Jugaba el domingo, y el sábdo a las 20:00 estaba acostado. A mi amigo lo quería pasar a buscar a las seis de la mañana, el me decía a las 8:00. Llegábamos una hora y media antes, no había nadie. Siempre fui así. Llegar antes para ver qué falta o qué se necesita».

No olvida de dónde viene, ni todo lo que aprendió dentro de un vestuario «Yo nací en un barrio humilde, Piedras Blancas. Apoyaba en lo que hacía falta. Antes del partido, llamaba a un dirigente y le preguntaba qué podía llevar; Frutas, botellitas con agua. Eso me enseñaron los grandes de verdad en el vestuario. Esto fue volver a mis inicios con un camino recorrido».

Juventud Melilla tenía mucho que ver con su ideología «Era un club familiero. Uno traía la fruta, otro la pasta». También supo disfrutar de los ricos productos de la zona «Pah, que rico… Las facturas caseras, los bizcochos, las frutas, pero aquellas frutas eran de verdad»:

De San Siro y Maracaná, entre otros grandes estadios, al Parque Florencio Santoro«Eso fue divino. Jugábamos casi siempre en la misma cancha y con muy poca gente. Parecía un viñedo y con la vaca que había entrado toda la semana. Era volver a mis viejos tiempos». Se denominó El Elegido «Me dieron dos pares de medias, dos shorts y dos camisetas. A los compañeros no porque no la devolvían»... Dijo en tono de broma, siempre con la risa presente.

La camiseta del Granjero tiene un significado especial y estará en un lugar especial «Tengo una camiseta guardada en casa y va a estar en un restaurante que voy a abrir. Me encanta la gastronomía». No recuerda equipos rivales, ni jugadores contrarios, pero si el entorno del fútbol canario.

«Me acuerdo de las canchas espantosas, todo barro, el alambrado bien cerca, las vaca atrás del arco. Son cosas que hay que vivirlas. Nos juntábamos en un galpón a hablar con el entrenador. Calentaban 10 minutos y todos los guachos cuadrados, era como chocar contra un muro»… Pero poca diferencias con sus inicios «Cuando comencé en Danubio, Jardines era igual».

Sobre su función en cancha fue claro «Me decían que no corra, que marcaban ellos. Vos pateá tiros libres, penales, pases, centros. Ellos laburaban todo el día e iban el domingo a jugar. Eran fenómenos de verdad. Me encantaría hacer una comida para repetir historias, ver fotos, recordar»... Claro, los rivales no eran tan amables muchas veces «No sabia de los equipos. Me venían a marcar, me agarraban de atrás y me levantaban. La veía venir».

Era Ruben Sosa pero nadie le regalaba nada y habían momentos de pica, en buenos términos, como debe ser en el fútbol «Yo quería ganar y si me pegaban, me calentaba, más quería pelota. Era peor para el defensa. Les decía en 5 minutos te hago echar. Te imaginas las respuestas.»Viejo de mierda, vamos los manyas”, enseguida le decía que me agarre. Los volvía locos». Sosa, hablaba y paraba por las risas.

Finalizado cada partido, comenzaba la otra faceta de Ruben en Canelones. Todos querían foto y firma del «Principito»: «Parecía Maradona en el Mundial 86. Yo dejaba el auto atrás del arco y esa caminata me llevaba una hora. Perdiendo o ganando, nunca tuve un problema»… Manteniendo la línea con la que venía, no recuerda sus goles, aunque si una tarde para el olvido.

«Me acuerdo que erré dos penales contra Libertad. Me atajó uno el golero titular (Javier Sosa) y otro el suplente (Mauro Azures). Estaba re caliente. Mis compañeros confiaban en mi una y otra vez, yo erraba. Increíble»… Hasta hoy sigue con esa rabia. Por otra parte, consultado sobre qué ex compañeros hubiese llevado a Melilla, respondió:

«En ese momento no se me ocurrió. A Carlitos Camejo, para meterlo a que rasque y rasque. Al Gabi Álvez o Tayson Núñez para el ataque. Son muy amigos míos»… Hoy se encuentra realizando el curso de entrenador «Me está gustando. He aprendido mucho de entrenadores de Nacional y mi experiencia» Aunque no todo es color de rosa: «Hay algo que no entiendo; En Italia lo haces en 4 meses y acá en 3 años. Que te enseñen psicología, bárbaro, pero que te pongan a dominar y tengas que hacer un traslado de 100 mts. Mirá mi cv o vídeos, les digo».

No ve con malos ojos dirigir en Canelones a futuro «Sería una linda experiencia». El Principito, dos veces campeón América, mostró sus intereses además del juego «Lo mio era alegría, un viejo inconsciente. Hugo me decía «vamos a ganar primero antes de festejar». Yo quiero que el jugador se divierta, disfrute. Hablarle no de mi, de él. Cuando para la pelota sabes como juega, pero saber de su vida, cuántos hijos tiene, en qué labura, eso me gusta».

Por último, Sosa, muy emocionado y contento por recordar su pasaje por Juventud Melilla, aseguró que lo mejor de todo fueron «Los compañeros, la gente, la sinceridad. Fue como me crié yo. Fue volver a la tierra. Esto es Uruguay». Más allá de lo realizado en cancha, su sueldo fue el mejor gol, el mejor pase, el mejor enganche. Ahí, con ese simple pero grandioso gesto, marcó un antes y un después en el fútbol canario...